CASA DEL MUELLE
Este predio ubicado en primera línea al mar interior de la salida del canal de Lemuy y con vista directa a la isla del mismo nombre, tiene 57 metros de frente, relativamente plano que limita con una abrupta y verde pendiente en su llegada al mar, abriéndose a una magnífica vista. La arquitectura aquí empleada se despliega en forma armónica, tomando en su concepción líneas acordes al paisaje y a las tradiciones del contexto en el que se emplaza.
La Casa del Muelle se emplaza en la isla grande de Chiloé, entre las ciudades de Castro y Chonchi en el Sur de Chile. La Isla de Chiloé es un patrimonio paisajístico frágil, en riesgo. Su suelo con muy poca capacidad de absorción de agua se servía de un musgo, la turbera o con su nombre común en la isla: el pompón, que absorbía agua lluvia hasta crecer a 10 veces su tamaño, para luego liberarla en forma paulatina a la tierra alimentando así las napas subterráneas.
Este musgo, de alto valor para en el mercado japonés, fue depredado para ser vendido y dejó los suelos con uno de los elementos esenciales en la recolección de agua disminuido al mínimo, lo que ha producido una paradoja relacionada con este elemento. Esta isla en la que tanto tiene napas subterráneas que tienen cada vez menos agua y que no están siendo capaces de abastecer de agua potable a sus habitantes.
Es por ello que esta obra se ha pensado de forma responsable con el medio ambiente, y fue concebida desde su inicio como un gran techo para recolección de agua lluvia, con una profunda canaleta escondida a ambos lados, que cruza sus aguas en forma longitudinal para bajar por seis puntos dentro de su estructura, llegando
Vista lateral y muelle Fotografía: Guy Wenborne
“…esta obra se ha pensado de forma responsable con el medio ambiente, y fue concebida desde su inicio como un gran techo para recolección de agua lluvia…”
a un sistema de potabilización de agua lluvia bajo la casa, que incluye un estanque de 23000 litros enterrado. Esta agua ya tratada vuelve a la casa para ser usada en duchas, lavavajillas, lavatorios, lavar ropa, riego, etc, haciéndola autónoma en este aspecto y evitando así tener impacto en el consumo de este elemento tan escaso en su entorno.
Este predio ubicado en primera línea al mar interior de la salida del canal de Lemuy y con vista directa a la isla del mismo nombre, tiene 57 metros de frente, relativamente plano que limita con una abrupta y verde pendiente en su llegada al mar, abriéndose a una magnífica vista, llena de una de las más tradicionales actividades de quienes son locales en la isla, el cultivo de choritos (mitilicultura), que rompen la amplitud del agua del mar interior con líneas de flotadores puestas con cuidado y regularidad y que generan una playa despejada y con agua cristalina, limpiada por estos “filtros de seres vivos”, que conviven en perfecta armonía con una playa recreativa e ideal para deportes náuticos como el kayak o el “stand up paddle”.
La casa se dispone en forma paralela a la pendiente de casi 30 metros de altura, que conduce a la playa, configurando un volumen
unitario y largo con un gran frente que aprovecha las vistas del mar interior ubicado al lado sur oriente, como vista de la fachada principal, hacia las que están dispuestos los espacios públicos de la casa y todos los dormitorios, sin excepción.
El volumen se adapta a una pendiente en sentido transversal, dando espacio a la zona de los dormitorios en dos niveles, y generando un nivel intermedio hacia el lado contrario, para el área pública donde se ubican la cocina, el comedor y estar, la “chiflonera” como acceso y un quincho techado, abierto en dos lados a la vista y protegido de la lluvia para poder ser usado todo el año, con buen o mal clima. El área pública de la casa, ubicada en este nivel intermedio de los dos niveles de dormitorios, al estar la totalidad
de la vivienda cubierta por la misma estructura de techumbre, tiene una altura total de 6 metros y medio, lo que permite una sensación de apertura absoluta al entorno y que se cerró sólo con vidrio generando un “efecto invernadero”, que permite que a pesar de su altura sea un espacio muy cálido tanto en verano como en invierno. De hecho, en los días en que hace mucho calor, ambas paredes vidriadas pueden abrirse para producir
corriente y ventilar, transformando el interior en una terraza techada completamente abierta a la vista.
Por ubicarse la construcción paralela hacia la vista al mar, se optó por abrir entre la casa y el quincho y leñera un espacio que actúa como “ventana” de gran tamaño hacia el mar y que en conjunto con el volumen vidriado del estar, cocina y comedor, permite que el ojo de quien mira hacia esa vista atraviese el volumen y comprenda la disposición general en relación con el paisaje siempre y en forme ininterrumpida. Esta gran apertura es cruzada por una pasarela que sirve de acceso al volumen y además lo atraviesa para conducir a un muelle que se abalcona sobre la pendiente hacia el mar y que hace un claro gesto a estructuras tradicionales para la isla como el muelle de las almas o el del tiempo entre otros, todos dispuestos en tierra firme frente a vistas espectaculares.
Para evitar al máximo los impactos de la construcción en la isla y generar una fuerte aislación a los cambios de temperatura, del lugar la casa se proyectó y midió en base a un sistema de construcción modular de paneles SIP, los que se mandaron a realizar especialmente con una cara en OSB y otra en terciado ranurado, permitiendo una prefabricación y preparación en fábrica, que redujo los
Vista Interior: Cocina, Comedor y Estar Fotografía: Guy Wenborne
tiempos de construcción considerablemente y que con sólo levantar la estructura, dejaba listo el revestimiento interior de terciado, que sólo se terminó con una aguada blanca. Tanto el piso como el techo se realizaron de paneles SIP de 21 cm generando capa térmica en ambas caras, mientras que los muros se realizaron en 16 cm. Los pisos y muebles interiores de cocina y closets se realizaron todos en pino y/o en terciado ranurado, en colores negro y de aguada blanca, minimizando el uso de maderas de más difícil recuperación como el ciruelillo, que sí se utilizó en algunos marcos y en una de las cubiertas como incrustaciones en el granito negro.
Vista Interior Quincho Fotografía: Guy Wenborne
En el diseño de esta casa se integraron una serie de tradiciones de construcción propias del lugar, transformándolo en un proyecto muy propio de la isla en que se construye y que integró el trabajo local y cultural del lugar donde se inserta. Estas tradiciones arquitectónico-constructivas locales se refieren en este caso a la reutilización de tejas de madera antiguas y desechadas en la fachada, enmarcando las ventanas de recintos menores para darles la escala del volumen total y
contrastando con el uso de lata en la fachada, tan propio de casas, graneros e incluso de galpones industriales ubicados a lo largo de toda la isla. Por otro lado, el uso del color en las construcciones locales se repite en ciudades y localidades, destacando y contrastado entre ellas y con los tonos verdes de los bosques y azules del mar. El volumen planteado realiza esto mismo con un rojo oscuro profundo, que cambia de tono dependiendo de la luz del día pero en todo momento contrasta con los colores de su entorno e ilumina en los días grises y húmedos del sur de nuestro país.
Un aspecto muy importante, el llamado “trenzado chilota”, utilizado normalmente en cercos de casas y predios del lugar, se incorporó en la fachada norte de la casa, permitiendo el paso tamizado de la fuerte luz y calor del norte hacia el quincho techado y generando una atmósfera de líneas de luz espectacular en el espacio. Además de eso se realizó en muros y barandas interiores y exteriores, lo que permite aprovechar el color y la textura de las varillas de luma y arrayán con sus contraste al interior limpio y claro de la construcción o de la lata exterior. Esta misma técnica se usó además en las persianas que cierran las terrazas proyectadas en cada una de las piezas, hacia el
mar, y que permiten aislar la luz del amanecer si se quiere y tener un lugar semi interior en los inviernos y cuando llueve.
Por último, se está realizando un exhaustivo trabajo de reforestación del predio, con casi 200 árboles y arbustos de especies nativas ya plantados, ya que el predio había sido invadido por una planta exótica, llamada espinillo, introducida hace 150 años por colonos al lugar para ser utilizada como cerco verde, pero que ha, en conjunto con plantas como la Quila, aniquilado las especies nativas en muchos lugares de la isla.
“…En el diseño de esta casa se integraron una serie de tradiciones de construcción propias del lugar, transformándolo en un proyecto muy propio de la isla en que se construye y que integró el trabajo local y cultural del lugar donde se inserta…”