LA BATALLA DE HASTINGS DE 1066
1066 es una fecha inolvidable en la historia de Inglaterra y la Europa medieval. En septiembre y octubre de ese fatídico año, los anglosajones combatieron tres decisivas batallas en menos de un mes. El más famoso y decisivo de estos enfrentamientos fue la batalla de Hastings que enfrentó al ejército del rey Haroldo de Wessex con las fuerzas invasoras del duque Guillermo de Normandía.
Pero pocas semanas antes de la contienda que se libró en una colina de Sussex, en el sur de la isla, los nobles anglosajones debieron enfrentar otra invasión que provenía de Noruega al mando del rey Harald III (Hardrada). Junto al duque normando, este guerrero nórdico también reclamaba el trono vacante de Inglaterra, ya que Eduardo el Confesor había fallecido sin hijos en enero de 1066.
El reclamo del noruego encontraba sustento en la relación familiar que tenía con los reyes daneses de Inglaterra que gobernaron buena parte de la isla en la primera del siglo XI, mientras que la postura normanda señalaba una promesa de Eduardo el Confesor al duque cuando se encontraba en el exiliado en Normandía.
Los normandos también encontraron apoyo en el resto de Francia y el pontificado tras presentar la coronación de Haroldo como la usurpación de un hombre bígamo, contrario a la moralidad cristiana y los designios divinos, coronado de manera infame por un arzobispo excomulgado. Haroldo, hijo del conde Godwin de Wessex, había sido elegido como rey por el Witan anglosajón probablemente en orden a una agónica designación por parte de Eduardo, poco antes de fallecer el 5 de enero de ese año.
“El Rey Haroldo es Asesinado” Detalle de Tapiz de Bayeux / Tapiz de la Reina Matilde. Siglo XI Fotografía: Wikimedia Commons
“…Junto al duque normando, este guerrero nórdico también reclamaba el trono vacante de Inglaterra, ya que Eduardo el Confesor había fallecido sin hijos en enero de 1066….”
En las proximidades de la ciudad de York, la Batalla de Fulford reunió a los nobles del norte de Inglaterra y a los vikingos el 20 de septiembre. Los condes de Mercia y Northumbria no pudieron con el poderío nórdico y la victoria fue para Hardrada, que luego tomó la ciudad de York y se preparó para enfrentar al rey Haroldo en Stamford Bridge.
Durante el verano, las fuerzas de Haroldo habían estado desplegadas en el sur de Inglaterra esperando el arribo de las tropas normandas, que procuraban condiciones favorables para cruzar el Canal de la Mancha, pero ante la demora de los invasores, fueron despachados.
A inicios de Septiembre, Haroldo conoció la intención del rey noruego de apoderarse de su trono y reino y solo 5 días después de Fulford, vikingos y anglosajones se volvían a enfrentar, esta vez con ambos reyes en el campo de batalla. El éxito de Haroldo y sus anglosajones en Stamford Bridge fue rotundo y el río Derwent presenció una masacre de antología: los vikingos solo necesitaron 24 de los más de 300 barcos que conformaban la flota invasora para regresar destrozados a Noruega. En el campo de batalla no solo perdió la vida Hardrada, considerado el último gran líder vikingo, sino también el anglosajón Tostig, hermano del rebelde Haroldo Godwinson que se había aliado con el noruego.
Aunque la Batalla de Hastings es la protagonista de esta historia, Stamford Bridge dio por finalizada la era vikinga que había azotado la Europa cristiana durante tres siglos.
Exhausto tras la batalla, Haroldo debió entonces marchar con su ejército más de 400 kilómetros de regreso a Sussex pasando por Londres para hacer frente a la invasión en curso de un descendiente de los vikingos, como era Guillermo. El duque había logrado atravesar con su impresionante flota de 700 navíos desde Saint Valery sur Somme y había desembarcado en las arenas de Pevensey la última semana de septiembre. Allí levantó una fortificación de mota castral -muy típica de los normandos- y otra en el pueblo de Hastings (o Wilting) a unos 15 kilómetros de recorrido por la costa donde acamparon y se prepararon para el combate. Según el cronista Guillermo de Malmesbury, los anglosajones pasaron la noche de fiesta y bebiendo, mientras los normandos pasaron la oscuridad en vela y recibiendo los sacramentos.
La mañana del 14 de octubre de 1066 marcharon finalmente hacia el norte en dirección a colina de Telham, donde avistaron por primera vez al ejército anglosajón mientras se desplegaba a menos de 2 kilómetros en la colina de Senlac. Entre estas dos colinas se encontraba el lugar elegido para la batalla que cambiaría los destinos de Inglaterra y Francia para siempre.
El lugar era un terreno ascendiente, rodeado de densos bosques y arroyos, no apto para el cultivo y muy húmedo, aunque tras el verano se presentaba como idóneo para el enfrentamiento.
Aunque las fuentes son extraordinarias, no hay certeza sobre la magnitud de los efectivos dispuestos para esta batalla. Se estima que el duque contaba con un contingente de ocho mil combatientes provenientes de Normandía, Maine, Flandes, Borgoña, Bretaña y Poitou, cinco mil de ellos soldados de infantería (lanceros y arqueros) y tres mil caballeros; el conjunto montado mejor
entrenado y más letal de Europa en esa época. Entre la docena de importantes nobles que acompañaban a Guillermo, estaban el conde Eustaquio de Boloña y Odón de Conteville, obispo de Bayeux. En el bando anglosajón se contaban siete mil hombres, cinco mil de infantería del fyrd y unos dos mil housecarls, la élite militar anglosajona dedicada a la actividad bélica y provistos de hachas capaces de derribar al mejor caballero. En sus filas estaban los condes de Northumbria y Mercia y los dos hermanos de Haroldo, Gyrth y Leofwine Godwinson. El fyrd era una agrupación de combatientes de los condados, que ejercían habitualmente otras actividades y entraban en servicio militar solo cuando era requerido. Haroldo marchó desde la colina Caldbec y se ubicó en lo alto de la colina Senlac,
HARDOLDO GODWINSON - WIKIMEDIA COMMONS
protegida en sus flancos por terreno pantanoso y en sus espaldas por un tupido bosque, aunque se ha planteado recientemente que nunca habría abandonado su posición original en Caldbec, lugar donde se desarrolló la batalla. En la primera fila se desplegaron los experimentados housecarls con sus largas hachas, escudos y cotas de malla y tras ellos la masa del fyrd, poco diestros en el arte de la guerra, pero de gran fiereza, provistos de lanzas, espadas y toda suerte de armamento poco convencional. Dejaron sus caballos y se prepararon para el combate, densamente compactos, a modo de legión romana. En la parte baja de la colina, la formación normanda se presentaba mas convencional y ordenada con la infantería de arqueros y lanceros en primera línea y la caballería atrás.
Ruinas del dormitorio de los monjes en la abadía de Battle
“…Entusiasmados por la inminente victoria, buena parte del fyrd anglosajón rompió la formación para perseguir a los normandos que fingían una retirada táctica; una decisión que inclinaría la balanza hacia los invasores….”
A eso de las 9:00 de la mañana se dio inicio al enfrentamiento al son de las trompetas. El primer ataque fue realizado por los arqueros normandos que provocaron bastante daño a la línea de housecarls que se defendían de la lluvia de flechas tras sus escudos. Los relatos coinciden que los anglosajones estaban tan densamente formados que los cuerpos inertes de los abatidos por las flechas no podían caer al suelo. Luego los arqueros se retiraron y dieron paso al avance del contingente principal formado en tres líneas: al centro los caballeros normandos liderados por el duque y en los flancos un conjunto muy variado de soldados provenientes de las distintas regiones de Francia, principalmente bretones y flamencos.
FRANCIA, PRINCIPALMENTE BRETONES Y FLAMENCOS.
Los ingleses mantuvieron su posición con habilidad y fiereza y forzaron la retirada normanda con muchas pérdidas para las tropas de Guillermo, quien incluso dieron por muerto. El duque había sido derribado de su caballo dos veces, mientras las lanzas y hachas anglosajonas hacían mucho daño. En ese momento, el duque se levantó el casco para exhibir su vitalidad y energías para vencer y ofreció una apasionada arenga a sus soldados. La escena esta bordada en el Tapiz de Bayeux y acompañada por la imagen de Eustaquio de Boloña, portador del estandarte papal y el obispo Odón de Conteville, quien aparece en el fragor de la batalla combatiendo con un palo, ya que los clérigos tenían prohibido derramar sangre.
Entusiasmados por la inminente victoria, buena parte del fyrd anglosajón rompió la formación para perseguir a los normandos que fingían una retirada táctica; una decisión que inclinaría la balanza hacia los invasores. El compacto orden que habían mantenido las legiones de Haroldo había permitido hacerle frente a las embestidas de poderosa la caballería normanda, pero el caos provocado por la
persecución gatilló una caótica masacre. Guillermo ordenó a su caballería posicionarse en la colina Senlac que habían ocupado los anglosajones y atacar sin piedad al disperso ejército de Haroldo, impendiendo que regresaran a la formación original.
Al mediodía se detuvo la contienda y una hora después Guillermo dispuso un nuevo y final ataque de arquería, seguido de una contundente arremetida de los caballeros que provocó incontables fatalidades entre los housecarls, entre ellos los hermanos del rey, Gyrth y Leofwine. Sin embargo, un numeroso grupo de anglosajones mantuvo su posición y obligaron el retiro de los normandos que fueron nuevamente perseguidos por el fyrd.
La caballería estaba diezmada y con una gran cantidad de caballos muertos y exhaustos y entonces Guillermo ordenó a los jinetes desmontar y luchar a pie en conjunto con los arqueros que quedaban.
Este fue el ataque final que, en torno a las 4 de la tarde, provocó la muerte de los pocos housecarls que protegían el estandarte real y luchaban hombro a hombro con Haroldo. Noticias de la muerte del rey anglosajón causaron el jubilo normando y el terror entre el fyrd que arrancó a perderse en los bosques. Haroldo había recibido una flecha en el ojo y luego fue atacado por caballeros que terminaron con su vida y repartieron su cuerpo por el campo de batalla, aunque las circunstancias particulares de su muerte todavía son motivo de discusión entre los estudiosos.
Buena parte de la nobleza de Inglaterra tiñó de rojo el campo que se extendía entre las colinas de Sussex y Guillermo el Bastardo pasaría a la historia como el Conquistador y el último comandante invasor de la isla. El cuerpo desmembrado de Haroldo fue reconocido solo por su mujer Edith y cerca del lugar que perdió la vida del ultimo de los reyes anglosajones de Inglaterra, el victorioso duque levanto un monasterio para agradecer el apoyo divino y expiar por los excesos de su cometido. En torno a esa importante casa monástica creció un pueblo; ambos llevan el nombre de Battle (Batalla) en reconocimiento al trascendental evento que les dio origen y que cambió la historia de Inglaterra para siempre y que unos veinte años después del enfrentamiento comenzó a llamarse “bellum Haestingas”; la Batalla de Hastings (Libro Domesday).
El castillo de Pevensey sirvió de refugio a los normandos. fuente: wikimedia commons
“…Los normandos eran prodigiosos cronistas y sus impresionantes conquistas ofrecían abundante material para el pergamino y el textil, como es el caso emblemático del Tapiz de Bayeux…”
En el campo de batalla se levantó un monasterio que funcionó durante varios siglos y cuyo recinto ocupa hoy un colegio, un museo sobre la batalla y las dependencias de English Heritage, entidad encargada del cuidado de sitios históricos. Hay pocos campos de batalla del periodo medieval tan bien conservados como Hastings, donde no es necesario recurrir a la imaginación porque esta todo muy bien señalizado y explicado.
No esta el lugar rodeado de edificios modernos -como suele ser el caso con muchos sitios históricos- sino que el escenario natural de la batalla puede apreciarse en toda su amplitud, transportando al visitante inmediatamente a los eventos de aquel decisivo 14 de octubre de 1066. Todos los años en esas fechas se congregan grupos de recreación histórica y recrean la famosa batalla ante miles de espectadores.
La Batalla de Hastings es uno de los eventos bélicos mejor documentados de toda la Edad Media. Los normandos eran prodigiosos cronistas y sus impresionantes conquistas ofrecían abundante material para el pergamino y el textil, como es el caso emblemático del Tapiz de Bayeux. Los pormenores de esta batalla se extienden en casi 70 metros, bordados con lana teñida en paños de lino; una obra artística e histórica sin parangón para esos siglos medievales, comisionada por el obispo de Bayeux, quien
combatió ese 14 de octubre de 1066 y luego dispuso este impresionante bordado al interior de su catedral para conmemorar la gesta normanda. El Tapiz se complementa y contrasta con una serie de relatos escritos contemporáneos, entre los que se cuentan el testimonio anónimo de la Crónica Anglosajona, la Gesta Normannroum Ducum (principal panegírico normando), la Gesta Guillelmi de Guillermo de Poitiers y el Carmen de Hastingae Proelio del obispo Guido de Amiens.
SELECCIÓN DE FUENTES PRIMARIAS
Guido obispo de Amiens, Carmen de Hastingae Proelio (verso latino, siglo XI) versos 335-565. Traducción de José Manuel Cerda. [Guillermo] estuvo contenido en silencio un momento y luego desplegó sus tropas, que estaban ya armadas. Al frente dispuso a la infantería para atacar con flechas y ubicó entre ellos a los ballesteros para que las armas golpearan por el aire al enemigo en la cara. Estas tropas se retirarían tras provocar las heridas.
Quiso posicionar la caballería en línea detrás de ellos, pero no lo hizo al percibir que antes de comenzar la batalla, el enemigo se ubicaba muy cerca y que todo el bosque irradiaba con lanzas […]De pronto el bosque expulsó a sus cohortes y columnas de hombres salieron de sus escondites entre los árboles. Cerca del bosque había una
colina y un valle y tierra muy agreste como para ser cultivada. Los ingleses, como era su costumbre, avanzaron en formación compacta y ganaron esta posición para combatir. Inhábiles en al arte de la guerra, esas gentes rechazaban la asistencia de los caballos: confiando en su fuerza, se mantenían ágiles a pie […] Para prepararse para el encuentro, el rey subió la colina, protegió sus flancos con nobles, plantó su estandarte en la cima y ordenó que todos los otros emblemas se sumaran al suyo. Todos desmontaron y dejaron los caballos en el costado. Ya en posición, sus trompetas emitieron el llamado al combate. El duque, humilde y respetuoso de Dios, tenía a sus hombres mejor controlados mientras los dirigía a subir la colina sin temor. La infantería avanza para sumarse a la batalla con sus flechas. En los enfrentamientos los escudos no son seguros. Soldados con cascos corren para chocar escudos contra escudos. Y ambas partes atacan con blandidas lanzas. Tal como un jabalí salvaje, cansado y acorralado por perros de caza, se protege con su colmillos y mandíbulas espumosas sin temor al enemigo ni a las lanzas que amenazan con la muerte, así la falange inglesa continúa la lucha sin miedo.
Mientras tanto y todavía con el resultado en la balanza y la amarga calamidad de la muerte por heridas, un malabarista ennoblecido por un corazón valiente, ubicándose al frente del innumerable ejército del duque,
Piedra que marca el lugar en que estuvo el altar de la iglesia de la abadía de Battle, donde murió Haroldo - WIKIMEDIA COMMONS
con sus palabras anima a los bretones por la derecha, mientras el duque y sus normandos luchan por el centro. La masiva turba de ingleses se mantiene fija en el terreno. Encaran jabalina con jabalina, espada con espada. Cuerpos sin vida no pueden caer. Como tampoco los muertos dejan espacio a los vivos ya que cada cadáver, aunque sin vida, se mantiene de pie en su lugar como ileso. Tampoco los atacantes habrían penetrado el denso bosque de ingleses si no fuera por el ingenio que reforzó su potencia.
Los franceses, versados en estratagemas y hábiles en el arte de la guerra, astutamente pretenden escapar como si hubiesen sido vencidos. El rústico pueblo se regocija pensando que han conquistado y los persiguen con
espada desenvainada. Con la salida de los vivos, los muertos caen al suelo y el denso bosque ahora se dispersa. Cuando el flanco izquierdo ve que el campo de batalla se ha despejado y el flanco derecho ve que un gran espacio se ha abierto, ambos flancos dan rienda suelta y se esfuerzan por destruir al ahora disperso enemigo en diseminados enfrentamientos, mientras que aquellos que simularon la huida se vuelven en contra de sus persecutores y […] los obligan a escapar de la muerte. Muchos de ellos mueren allí, pero algunos siguen luchando, ahora más compactos que antes.
Verdaderamente murieron allí diez mil […] Los ingleses, superiores en número, golpean de vuelta al enemigo y los obligan a huir […] Cuando el duque ve que su gente era derrotada y en retirada, cabalgo hacia arriba y señalando con su mano los reprende, golpea, y retiene con su lanza. En su enojo, se saca el casco de su cabeza. A los normandos mostró una cara furiosa, a los franceses los cuestionó. “¿A dónde se dirigen?”, les gritó. “¿Dónde quieren morir? Francia, el más noble de los reinos de la tierra, ¿cómo puedes permitir parecer derrotado cuando has sido el vencedor? […] si solo quieres sobrevivir debes luchar para conquistar.”
Al final de esta arenga la vergüenza se extendió sobre sus mejillas and volvieron sus caras, no sus espaldas, el enemigo. El duque, que era el líder, dio el primer golpe […] Gyrth, hermano de Haroldo y de estirpe real, no teme la cara del león. Blandiendo su lanza desde lejos con su brazo
fuerte y rápido y hiere su caballo, obligándolo a combatir a pie. Pero desmontado combate incluso mejor porque veloz como un león rugiente persigue al joven y desgarrándole miembro tras miembro […] a algunos decapito, a otros desmembró y a algunos devoró con su espada. Muchas fueran las almas que despachó directo al infierno.
[…] Cuando el duque volvió sobre su montura atacó, hirió y golpeó como un rayo y persiguió al enemigo con más fiereza que antes […] Pero cuando arrojo una lanza el golpe cayo sobre el caballo. El duque cayo al suelo, a pie nuevamente y embargado por la furia […] luego el conde Eustaquio, descendiente de una noble dinastía y acompañado por una gran escolta de soldados, se apresuró en sr el primero en auxiliarle. Desmontó para que el duque pudiese arrancar en la montura […] Después de estos auspiciosos eventos, el conde y el duque regresaron juntos a combatir donde mas brillaban las armas.
Con sus dos espadas sacaron a las tropas inglesas del campo de batalla. Muchos desertaron, dudan y son destruidos. Tal como la madera es cortada en pedazos cuando se aplica el hacha, así el bosque de ingleses fue reducido a la nada. Cuando Francia era casi victoriosa en el campo de batalla y ya buscaba los expolios de la guerra, el duque avisto al rey en lo más alto de la colina matando con fiereza a aquellos que le atacaban. Llamo a Eustaquio […] y a ellos dos se sumó Hugo, noble heredero de Ponthieu […] El cuarto fue Gilfard, conocido por el apellido de su padre. Estos cuatro cargaron armas para matar al rey […] de acuerdo a las normas de la guerra,
forzaron a Haroldo a
irse por el camino de toda carne con muchos golpes. El primero de los cuatro, cortando el escudo del rey y su pecho con una lanza, empapó el suelo con un efusivo chorro de sangre. El segundo con su espada cortó su cabeza bajo la protección del yelmo. El tercero liquidó sus entrañas con su lanza. Y el cuarto cortó su muslo y lo llevó lejos […]. El reporte “Haroldo está muerto” voló por todo el campo de batalla y el miedo suavizó los bravos corazones. Los ingleses se negaron a pelear. Derrotados, pidieron refugio y desesperados por sus vidas, huyeron de la muerte. En este lugar, el duque despachó dos mil a Hades, aparte de muchos otros que no se pueden contar. Ya anochecía. El día todavía se balanceaba hacia la noche cuando Dios otorgó la victoria al duque […] El conquistador pasó la noche descansando entre los muertos, esperando el amanecer.
GUILLERMO DE POITIERS, GESTA WILLELMI DUCIS NORMANNORUM ET REGIS ANGLORUM (PROSA LATINA, SIGLO XI)
Traducción de José Manuel Cerda.
El duque William avanzó con el estandarte que el papa le había enviado. Había dos obispos de Normandía, junto con muchos clérigos y varios monjes. El clero dirigió oraciones antes de la batalla. Las vastas fuerzas inglesas habían venido de todas las regiones. Haroldo tomó posición en un terreno más alto, en una colina junto a un bosque por el que acababan de llegar.
Abandonaron sus caballos y se reunieron en orden. El duque colocó su infantería enfrente armado con arcos y ballestas y detrás de ellos otra infantería más fuertemente armada con cotas de malla; en la retaguardia venían los caballeros montados.
El terrible sonido de las trompetas en ambos lados anunció la apertura de la batalla. Los soldados normandos a pie […] desafiaron a los ingleses, haciendo llover sobre ellos heridas y muerte con sus misiles. Los ingleses […] arrojaron lanzas y armas de todo tipo, hachas asesinas y piedras atadas a palos.
Los ingleses fueron ayudados en gran medida por la ventaja del terreno elevado […] también por su gran número y, además, por sus armas que fácilmente lograban hacerse camino entre escudos y otras defensas […] Aterrorizados por esta ferocidad, los soldados normandos a pie comenzaron a retirarse […] El duque galopaba delante de ellos, gritando y blandiendo su lanza. Se quitó el casco para dejar al descubierto la cabeza y gritó: “Mírenme. Estoy vivo y, con la ayuda de Dios, venceré. ¿Qué locura los hace huir? ¿A dónde creen que pueden ir? Están abandonando la victoria y honor eterno; huyen a la destrucción y la vergüenza eterna. Y al huir, ninguno de ustedes evitará la muerte”. El duque fue el primero en atacar, con la espada destellando, derribando a los ingleses que merecían la muerte como rebeldes para él, su rey.
Los ingleses estaban tan densamente concentrados que los muertos apenas podían caer. Sin embargo, las espadas de los caballeros normandos cortaron las brechas en varios lugares […] Los normandos se dieron cuenta de que no podían vencer a un enemigo tan numeroso y tan firme sin una gran pérdida para sí mismos, se retiraron, fingiendo deliberadamente la huida. Los ingleses despreciaron a nuestros hombres y se jactaron de que serían destruidos allí mismo. Como antes, miles de ellos fueron lo suficientemente audaces como para lanzarse como si estuvieran alados sobre los que creían que huían.
De repente, dando vuelta en sus caballos, los normandos los cortaron, rodearon y mataron por todos lados, sin dejar a ninguno vivo. Dos veces usaron la misma estrategia para el mismo efecto, y luego atacaron con más furia que nunca […] Los ingleses comenzaron a debilitarse. Guillermo era un noble general, inspiraba coraje, compartía el peligro y a menudo ordenaba a los hombres que lo siguieran, más que impulsarles desde la retaguardia […] El enemigo se desanimó al ver a este maravilloso y terrible caballero. Tres de sus caballos perecieron y tres veces se puso de pie de un salto. Escudos, cascos y cotas de malla fueron cortados por su espada furiosa y brillante, mientras que otros atacantes fueron golpeados por su propio escudo. Sus caballeros quedaron asombrados de verlo como un soldado de infantería y muchos, lesionados por las heridas, recibieron un nuevo aliento. A medida que avanzaba el día, el ejército inglés se dio cuenta de que ya no podían enfrentarse a los normandos. Sabían que habían sido reducidos por grandes pérdidas; que el rey mismo con sus hermanos y muchos otros magnates, había caído.
cada año recrean la batalla de Hastings frente a la abadía de Battle - WIKIMEDIA COMMONS
Los que aún estaban de pie se encontraban desprovistos de fuerzas […] Vieron a los normandos amenazándolos más intensamente que al principio, como si hubiesen encontrado nuevas fuerzas en la huida; vieron la furia del duque que no escatimó a nadie que se resistió a él; presenciaron ese coraje que solo podía encontrar descanso en la victoria. Por lo tanto, se volvieron para luchar y huyeron tan pronto como tuvieron la oportunidad, algunos en caballos robados, muchos a pie […] Los normandos los persiguieron con entusiasmo, masacrando a los fugitivos culpables y poniendo fin a los asuntos.
Victoria ganada, el duque regresó al campo de batalla. Se encontró con una escena de carnicería que no podía ver sin compasión a pesar de la maldad de las víctimas. A lo largo y ancho, el suelo estaba cubierto con la flor de la nobleza y la juventud inglesa. Los dos hermanos de Haroldo fueron encontrados abatidos a su lado […] La madre de Haroldo ofreció por el cuerpo de su amado hijo su peso en oro […].